Punto de Vista de Seth Milview.
De pie al final de un largo tramo de escaleras que conducían a los asientos del stadium, casi me doy la vuelta y renuncio a esto. Estaba tan cansado… pero claro, tener los huesos y la musculatura unida por arte de magia no era exactamente lo que yo llamaría descanso.
Me quede en cama el día entero del segundo día del Victoriad, lo cual apestaba. Mientras todos los demás estaban animando en los simulacros de guerra (wargames) o gastaban su mesada en el mercado, yo estaba acurrucado bajo unas cuatro mantas, temblando y sudando mientras mi cuerpo trabajaba horas extra para curarme.
Aun así, la doctora se mostró optimista al explicarme que una pelvis fracturada era relativamente fácil de fusionar, y que hubiese tenido una recuperación mucho más prolongada y dolorosa si mi cadera se hubiese roto y no solo dislocado. Y la mayoría de la clase se detuvo en grupos para venir a verme, y Mayla regresó varias veces durante el día a verme y dejarme pasteles y dulces para que me sintiera mejor.
Pensé en ese momento agitado en el que me pidió que me quedara con ella cada vez que ella entraba por la puerta y, a través de la neblina inducida por el dolor, me di cuenta de algo.
Me gustaba. Me gusta, me gustaba ella. Nunca me había enamorado antes. Nunca antes había estado lo suficientemente cerca de una chica como para enamorarme…
“¿Seth?”
Me estremecí, sintiendo que mi rostro se calentaba mientras la miraba por el rabillo del ojo. Mayla estaba sosteniendo mi brazo mientras me ayudaba a caminar, y me quedé congelado durante unos treinta segundos. “Lo siento, yo, uh…”
“Podríamos sentarnos más abajo si…”
“No, está bien,” Le aseguré, comenzando a subir las escaleras. “Estaré bien.”
Sentía que un hierro caliente se me clavaba en el costado con cada paso mientras subíamos cerca a mitad del stadium hasta donde estaban sentados Brion, Pascal, Yanick, Linden y Deacon. La mayoría de nuestros otros compañeros de clase estaban en palcos privados con sus sangres mientras todos se preparaban para el evento principal, la verdadera razón del Victoriad: los desafíos.
“¡Saludos, Seth el Invicto, Asesino de Gigantes!” Linden vitoreó cuando nos arrastramos para sentarnos junto a los demás.
“Nos sentimos honrados ante su humilde presencia,” agregó Pascal, con una sonrisa genuina en el lado quemado de su rostro.
Me reí, luego hice una mueca.
Yanick se echó hacia atrás y levantó su pierna fuertemente envuelta en el aire. “Siento tu dolor, hermano. Al menos aun así tú ganaste tu pelea.”
Con una sonrisa de agradecimiento a mis amigos, pasé junto a algunas otras personas — las gradas estaban casi completamente llenas ahora — y me deslicé en el banco al lado de Linden. “Y, ¿Ya anunciaron los desafíos?”
“No,” dijo Yanick, haciendo un puchero hacia el campo de combate vacío, el cual había sido despejado de todas las plataformas de combate más pequeñas. Luego se iluminó. “Pero, el rumor en casa es que Ssanyu the Stone Eater estará desafiando para reemplazar a Bilal como retenedor de la Guadaña Viessa Vritra.”
Pascual gruñó. “Ssanyu puede ser un ascender legendario, pero todos saben que la Guadaña Viessa Vritra prefiere cierto tipo de retenedor.”
“Eso es verdad,” dije, asintiendo junto con lo que ellos estaban diciendo. “¿Han leído La Forja de las Guadañas por Tenebrous?”
“¡Oh, Lo leí!” Deacon dijo alegremente, haciendo reír a todos los demás. Parecía ofendido, presionando su mano contra su pecho mientras decía: “Bueno, discúlpenme por ser un buen lector, bárbaros.”
“En la versión más reciente, Tenebrous menciona que la Guadaña Viessa Vritra prefiere entrenar a sus retenedores personalmente,” continué, acomodándome en el duro banco para tratar de ponerme cómodo. “Su último retenedor, Bilal, fue un nombramiento en tiempos de guerra, pero él había sido su pupilo desde que era un niño.”
“¡Así es!” dijo Deacon. “Él y sus hermanos. Bilal, Bivran y… Bivrae, ¿Verdad? ¿Los Dead Three?”
“¿Dead Three?” Mayla repitió, luciendo confundida.
Hice una mueca cuando me giré hacia ella. El sol resplandecía en su cabello castaño rojizo, que enmarcaba su rostro y acentuaba la leve redondez de sus mejillas. Ella estaba…
Aclarándome la garganta, dije: “Tres niños pequeños, de ocho o nueve años, que fueron encontrados solos en su casa. El edificio había sido completamente destruido por algún tipo de explosión, y todos los que estaban dentro murieron. Pero de alguna manera los trillizos sobrevivieron.”
“Whoa,” dijo Brion. “Nunca había escuchado esa historia.”
Linden se inclinó hacia adelante, interviniendo por primera vez. “Me pregunto si…”
Pero fue inmediatamente interrumpido por una serie de sonidos mágicos de gong que resonaron por todo el stadium. Era como si alguien hubiera creado una barrera de sonido cuando la audiencia de repente se quedó completamente en silencio.
En ese silencio marchó un hombre nacido en Vritra con una armadura de placas oscuras, una capa morada colgando detrás de él, caminando con determinación hacia el centro del campo de combate. Unos cuernos sobresalían de su pelo negro muy corto. Tenía un rostro serio, y dondequiera que enfocaran sus ojos rojos, la multitud parecía temblar.
No hubo ningún anuncio para decirnos su nombre o enumerar sus logros. Todos ya sabían quién era: Cylrit, el retenedor de Sehz-Clar.
Cuando llegó a mitad del campo, se giró hacia el alto palco, con la postura erguida como una espada, y luego se inclinó profundamente. Apenas pude distinguir a la Guadaña Seris Vritra moviéndose hacia el frente del palco, y me alegré de estar sentado. Verla, su cabello brillando como una perla líquida a la luz del sol, su túnica de batalla brillando como diamantes negros, hizo que mis rodillas temblaran.
Ella dio un paso atrás en las sombras del alto palco justo antes de que apareciera una segunda figura, marchando hacia Cylrit.
Aunque estaba completamente concentrado en la mujer, me resultaba realmente difícil, casi doloroso, mirarla. Mi mirada seguía queriendo deslizarse, como turnshoes en un camino helado. Su figura era indistinta, algo etérea… una sombra hecha realidad. Túnicas negras sencillas colgaban de su delgado cuerpo, pero parecían flotar y moverse, colapsando en la nada alrededor de sus tobillos, como si dejaran de ser túnicas y se convirtieran en oscuridad.
Skydark: turnshoes un tipo de calzado de cuero
Ella parecía flotar sobre el suelo, llevada por un viento de niebla negra. No le salían cuernos de la cabeza, pero su cabello blanco y corto, que prácticamente brillaba en contraste con su piel y su túnica negras como la medianoche, estaba peinado en puntas rectas y afiladas.
Mawar, la Black Rose de Etril…
Deteniéndose al lado de Cylrit, Mawar también se inclinó ante el alto palco.
Otra mujer salió del palco, levantando la mano hacia su retenedor. Se parecía mucho a la Guadaña Seris Vritra y, al mismo tiempo, casi a su opuesto. La piel gris plateada de la mujer no estaba pintada, y su brillante cabello blanco no lucía adornos. A diferencia de los delicados cuernos de Seris, esta mujer tenía dos pares de gruesos cuernos negros que se curvaban desde su cuero cabelludo, oscuros y pesados.
Ella no llevaba vestido ni túnica de batalla, sino una armadura hecha de escamas blancas: placas más grandes y un poco más oscuras en los hombros, el cuello y las caderas tenían un aspecto orgánico, casi como huesos, mientras que las más pequeñas, escamas con forma de flecha entrelazadas sobre el resto de su cuerpo.
La Guadaña Melzri Vritra…
Dio un paso atrás y el retenedor Mawar se enderezó.
Skydark: Lo dejo como el retenedor o la retenedora ya que Mawar es mujer …XD
El sonido de los gongs hizo saltar a toda la audiencia. Yanick maldijo cuando Linden se deslizó de su asiento. Dejé escapar un gemido de dolor, me estremecí tan fuerte que sentí como si me hubiera roto una costilla de nuevo.
Una voz profunda habló, viniendo del aire a nuestro alrededor. “Ningún desafiador se ha presentado para enfrentar a Cylrit de Sehz-Clar. ¿Hay alguien ahora que quiera desafiarlo?”
Como uno solo, toda la audiencia, varias decenas de miles de personas, todos concentrados en el campo de combate, esperando sin aliento. Pero nadie dio un paso adelante.
“Cylrit no ha sido desafiado,” retumbó la voz.
Haciendo una nueva reverencia al alto palco, el retenedor Cylrit marchó rígidamente desde el campo.
“Ningún desafiador ha dado un paso al frente para enfrentarse a Mawar de Etril. ¿Hay alguien ahora que quiera desafiarlo?”
Una vez más, la convocatoria de retadores quedó sin respuesta.
“Mawar no ha sido desafiado,” retumbó la voz.
Siguiendo el ejemplo de Cylrit, Mawar se inclinó en un arco fluido y luego salió flotando del campo de combate.
Cuando ella se fue, la voz volvió a hablar. “La Guadaña Cadell Vritra del Dominio Central ha elegido rechazar a todos y cada uno de los retadores del retenedor Lyra de la Alta Sangre Dreide, que permanece en la tierra de Dicathen, ayudando a establecer nuestro nuevo continente hermano y traer la paz a sus ciudadanos.”
Hubo algunos murmullos de la multitud ante esto, pero se calmaron inmediatamente cuando la voz continuó hablando.
“En tiempos de guerra, incluso el soldado más fuerte puede caer siguiendo la voluntad del Alto Soberano. El mundo es vasto y sus peligros son muchos, razón por la cual Alacrya necesita que el Alto Soberano nos vigile, proteja y haga fuertes. Honramos a los muertos por su sacrificio. El retenedor Uto de Vechor, Jaegrette de Truacia y Bilal de Truacia. Sus nombres, al igual que sus hazañas, serán recordados mientras un solo corazón de Alacryan siga latiendo.
“Pero donde uno cae, otro se levanta. Cuatro de los campeones de Alacrya se han presentado para competir por el puesto del retenedor de Truacia bajo la Guadaña Viessa Vritra. El Soberano Kiros Vritra les da la bienvenida e invita al campo: Ssanyu the Stone Eater…”
“¡Jaja, te lo dije!” Yanick susurró, sonriendo de oreja a oreja.
“…Aadaan de Nombre de Sangre Rusaek, Kagiso de la Alta Sangre Gwethe y Bivrae de los Dead Three.”
Mientras se pronunciaban sus nombres, los cuatro retadores aparecieron por una de las muchas entradas y marcharon hacia el centro del campo hasta el lugar que Cylrit y Mawar acababan de abandonar. Estaban de pie uno al lado del otro en una fila —Bivrae de pie muy lejos de los demás, su rostro era una fea máscara de desdén — y se inclinaron como uno solo ante el alto palco.
“¿Algún otro prospecto ofrece unirse al desafío?” dijo la voz.
Pasó un momento. Nadie se movió.
La voz retumbó de nuevo, más profunda y grandiosa. “Entonces inclínense ante el Soberano Kiros de Vechor y dejen que dé comienzo los desafíos.”
Una presencia sofocante se apoderó del coliseo. Se sentía como si alguien hubiera dado la vuelta al mundo y yo estaba de pie bajo el peso de todo el continente, esperando a que cayera y me aplastara hasta la nada.
La sombra de un gran ser apareció en el borde del balcón de la caja alta. A mi alrededor, la gente ya miraba hacia abajo, mirándose los pies o el regazo.
Juntando mis manos, mantuve mis ojos en mis dedos entrelazados, sin atreverme a mirar a ningún otro lado. Desde lo alto de mi visión, podía ver a los cuatro retadores, cada uno boca abajo en el suelo, postrados ante el Soberano.
Cuando habló, la voz del Soberano retumbó con un trueno manchado de sangre y un poder al rojo vivo, abrasándome los oídos y robándome el aliento. “Pruébense a sí mismos, retadores. Muestren la profundidad de su valía y el alcance de su deseo. Llevad el orgullo de sus sangres y sus soberanos. No dejen que la debilidad se apodere de ustedes, sino que reclamen cada onza ansiosa de fuerza de sus cuerpos.”
Entonces la fuerza de su presencia desapareció. Esperé, temeroso de mirar hacia arriba y encontrarme accidentalmente con la mirada del Soberano. Pero la multitud comenzó a moverse, y pude escuchar algunas conversaciones susurradas, y finalmente, la mano de Mayla se posó en mi antebrazo.
“Seth, puedes…”
Levanté la vista y me encontré con sus ojos. “Eso fue…” Pero me detuve, sin saber cómo describir lo que acababa de sentir.
“Lo sé.”
La voz proyectada del locutor invisible volvió a sonar, esta vez irritando mis nervios, haciéndome sentir como si alguien estuviera justo detrás de mí, gritándome al oído. “Retadores Kagiso y Aadaan, por favor permanezcan en el campo. Todos los demás, regresen a su área de preparación.”
Ssanyu y Bivrae se fueron en direcciones opuestas, el primero caminando con orgullo, el segundo escabulléndose de una manera que me recordó a las criaturas en las historias de terror que mi madre me leía cuando era niño.
Los dos hombres que quedaban en el campo se inclinaron de nuevo ante el alto palco y luego entre ellos.
Aadaan era alto y delgado, con brazos y piernas que parecían haber sido estirados sobre un rack. Él estaba vestido con una armadura de cuero con runas inscritas, el marrón oscuro era casi del mismo color que su piel. Tenía una sonrisa inteligente, y sus ojos nunca dejaron a Kagiso.
Kagiso hizo un espectáculo de estiramiento, su melena de cabello rojizo rebotando alrededor de sus hombros con cada movimiento. Las puntas de sus cuernos negros eran apenas visibles a través de su cabello, y tenía un ojo rojo brillante y otro negro azabache. Su armadura era una malla de cuero y cadenas de un rojo intenso que hacía juego con su ojo, con runas plateadas brillando en las hombreras, el pecho y a ambos lados de la espalda expuesta.
“Mal**dita sea, esas son muchas runas,” murmuró Linden, pero me di cuenta de que no estaba hablando de la armadura. La columna del hombre estaba marcada con al menos una docena de emblemas e incluso un par de regalia. “¿Alguien sabe algo de él?”
“Solo que la Alta Sangre Gwethe lo acogió y es un ascender en solitario,” respondió Deacon. “Él salió del ojo público cuando manifestó su sangre Vritra.”
Pascal gruñó y se rascó la mejilla llena de cicatrices. “Escuché que hacen todo tipo de experimentos locos en cualquiera de los sangre Vritra que se manifiestan… Es por eso que hay tan pocos de ellos.”
“No seas estúpido,” dijo Brion, ganándose una mirada de Pascal. “Hay tan pocos de ellos porque es muy raro que incluso alguien con mucha sangre Vritra pueda usar sus artes de maná asuran. Para los pocos que lo hacen, el Alto Soberano los lleva a todos a Taegrin Caelum y los entrena para luchar contra los otros asuras.”
Linden se rió. “Hombre, incluso los tipos duros totales no pueden luchar contra los asuras. Las Guadañas tal vez, pero solo después de que hayan sido fortalecidas con elixires y esas cosas. Apuesto a que el Alto Soberano tiene algún arma secreta contra los otros asura. Por eso nunca les ha tenido miedo. Quiero decir, piénsalo. Decidieron volar la mitad del otro continente en lugar de atacarnos aquí. ¿Por qué harían eso si no tuvieran miedo de Alacrya?”
Pascal puso los ojos en blanco. “Linden, amigo, has estado viendo demasiadas transmisiones…”
La conversación fue interrumpida por el sonido de los gongs, anunciando el inicio de la pelea.
Excepto que los combatientes no se movieron. Kagiso y Aadaan estaban parados a diez metros de distancia, con las armas convocadas en sus manos. Aadaan empuñaba una lanza plateada larga y delgada, mientras que los guanteletes de hierro negro se formaron alrededor de las manos de Kagiso, con garras afiladas que se extendían desde los nudillos.
“¿Qué están haciendo?” Mayla preguntó, su voz apenas un susurro.
“Evaluándose el uno al otro,” murmuró Deacon, con los ojos muy abiertos detrás de su máscara. “A este nivel, un movimiento descuidado podría significar una pérdida instantánea.”
Aadaan se movió primero.
Echando el brazo hacia atrás, dejó volar su lanza hacia Kagiso. El aire se distorsionó alrededor de la lanza, moviéndose como hielo derretido mientras se fusionaba en una enorme lanza de viento con la astilla plateada en el centro. Al mismo tiempo, varios remolinos de polvo de tierra cobraron vida, dando vueltas alrededor de Aadaan y girando protectoramente a su alrededor.
Kagiso levantó una mano. El guantelete se derritió en docenas de pequeños puntos negros, que se movieron para interceptar el ataque. Como un enjambre de avispas atacantes, cubrieron completamente la lanza, y cuando se rompieron un instante después, la lanza ya no estaba y el viento a su alrededor se había disipado.
“¿Qué acaba de suceder?” Brion preguntó sin aliento. “Nunca había visto magia así.”
“Porque esta es magia Vritra,” respondí, manteniendo mis ojos en la batalla. “Tipo de descomposición. Erosión, probablemente atribuida al viento.” Todos los demás me miraron con una mezcla de sorpresa y curiosidad. “Yo…”
“Lo leíste en un libro,” dijeron Linden, Brion y Pascal al unísono.
Todos nos reímos por un momento, pero el stadium estaba tan silencioso que sonaba poco natural, y rápidamente volvimos nuestra atención al campo de combate.
Con un movimiento de su muñeca, Kagiso ya había enviado el enjambre de puntos negros revoloteando por el aire hacia Aadaan. Ni siquiera aminoraron la velocidad cuando atravesaron sus ciclones defensivos como el hierro candente a través de un pergamino, pero Aadaan se quedó allí, sonriendo. Hubo un destello plateado, y él apareció parado a seis metros de distancia, su sonrisa afilándose hasta convertirse en una mueca peligrosa.
La multitud, en silencio desde la primera presentación de los retenedores, finalmente se despertó y la arena estalló con el ruido de vítores y gritos.
“Wind Runner,” susurró Yanick. “Su insignia regalia…”
El enjambre de puntos negros cambió de dirección para seguir a Aadaan, pero, en otro destello plateado, se paró a quince metros de distancia, detrás de Kagiso.
Pero Kagiso no había estado parado chupándose el pulgar mientras Aadaan corría. En cambio, el ascender de sangre Vritra había estado canalizando maná en otra runa, enviando zarcillos de maná de tierra por todo el campo de combate. No podía decir lo que estaba haciendo, pero…
Aadaan desapareció en un instante cuando el enjambre se abalanzó sobre él, pero una enorme columna de piedra entrelazada con vetas de metal negro salió disparada del campo de combate. Hubo un crujido, y la columna se rompió y cayó al suelo con un estrépito que sentí sacudir el banco debajo de mí.
Aadaan, moviéndose a la velocidad del viento, se había estrellado contra la piedra con la fuerza suficiente para romperse los huesos, pero ni siquiera parecía aturdido. En cambio, lo había rodeado un campo condensado de energía brillante. Pateando el muñón roto de la columna, se precipitó hacia Kagiso, explotando en una nova de pura fuerza.
El campo de batalla quedó momentáneamente oculto en una nube de polvo.
“¿Qué diablos fue eso?” Linden preguntó, entrecerrando los ojos mientras trataba de ver a través de la nube marrón debajo.
“Algún tipo de hechizo de redistribución de fuerza,” respondió Deacon, siguiendo la pelea sosteniendo sus anteojos sobre su máscara para poder ver. “Pero poderoso. Emblema, tal vez incluso nivel regalia.”
Un torrente de viento empujó la nube de polvo fuera del stadium. En los pocos segundos que no pudimos ver lo que estaba pasando, el suelo de la arena se había convertido en un campo minado de pequeñas motas negras de Kagiso. Aadaan estaba atascado. No había manera de que pudiera usar Wind Runner para moverse en espacios tan reducidos.
Kagiso estaba de pie sobre la cima de la columna destrozada que había conjurado, básicamente intercambiando lugares con Aadaan. Su ojo rojo brillaba.
Parecía que tenía al Truacian inmovilizado.
Entonces algo tiró del maná de aire a nuestro alrededor, en todas partes. Podía sentir la avalancha que se derramaba en la arena, bombardeando el hechizo de Kagiso, la gran cantidad de maná superaba la capacidad de las motas para erosionarlo.
Mayla jadeó y agarró mi mano, apretándola con fuerza, y mi estómago se agitó. La miré por el rabillo del ojo, pero su mirada estaba en la arena, y su expresión no daba señales de que siquiera estuviera pensando en tomar mis manos. Linden me dio un codazo desde el otro lado, sus cejas rebotando hacia arriba y hacia abajo mientras me daba un pulgar hacia arriba.
Avergonzado, pensé en retirar mi mano, pero… me di cuenta de que no quería hacerlo. Se sentía… agradable. Realmente extraño, pero reconfortante, también.
Cuando logré concentrarme de nuevo en la pelea, el campo de batalla estaba libre de motas negras — la abrumadora oleada de maná las había agotado, quemándolas, y un ciclón que giraba lentamente comenzaba a girar alrededor de Aadaan. Kagiso extendió su mano desnuda, y el guantelete con garras se reformó a su alrededor. Los dos se miraron durante un largo momento, ambos guerreros cautelosos y confiados de una manera que encontré difícil de entender.
Entonces Aadaan sonrió y empujó hacia afuera con la tormenta que se avecinaba.
Y eso fue solo el principio.
El ruido de la multitud iba y venía mientras la pelea se prolongaba, cinco minutos, diez, veinte. Mis amigos y yo nos reímos, jadeamos y nos gritamos unos a otros mientras el ritmo de la pelea seguía aumentando, asombrados por cada nuevo hechizo lanzado o runa activada, burlándonos cuando uno de los luchadores tomó la delantera solo para cambiar las tornas un momento después por algún cambio inesperado de su oponente.
Nunca había visto algo así. Y nunca me había divertido tanto.
Mayla no soltó mi mano hasta los momentos finales. Las capacidades defensivas de Kagiso — su poder para erosionar el maná de su oponente y rechazar incluso los ataques más letales — superaron la reserva de maná de Aadaan. Una vez que Aadaan ya no pudo usar Wind Runner para volar por la arena, se acabó.
Kagiso cerró la distancia, rompiendo las barreras de viento defensivas de Aadaan con esos pesados guanteletes y aplastándolo contra el suelo. Con sus garras en la garganta de Aadaan, Kagiso miró hacia el alto palco en busca de dirección.
La multitud, que se había vuelto a quedar en silencio, tomó una bocanada de aire colectiva y sibilante, y Mayla se dio la vuelta y apretó la cara contra mi hombro.
Sonó un gong. Kagiso se quitó los guanteletes y Aadaan se dio la vuelta y se puso de rodillas. La arena se adhería a su piel empapada de sudor, e incluso desde las gradas pude ver que estaba temblando.
La multitud estalló como una presa, inundando la arena con aplausos exultantes. Incluso Yanick saltó, saltando sobre una pierna mientras se apoyaba en el hombro de Brion, gritando junto con todos los demás. “¡Kagiso! ¡Kagiso! ¡Kagiso!”
Sentí un momento de decepción cuando Mayla me soltó la mano mientras saltaba arriba y abajo, con la cara sonrojada y el pelo rebotando de una forma que me pareció hipnótica. “¡Eso fue una locura!” ella gritó sobre los vítores cacofónicos.
Me incliné más cerca para hablar sin gritar. “Lo sé, realmente están en otro nivel. Yo…”
“Buen pelea,” dijo la voz del locutor invisible, cortando la emoción de la audiencia y silenciando a todos en la arena. “Buena pelea por los prospectos, Kagiso de la Alta Sangre Gwethe y Aadaan de Nombre de Sangre Rusaek. ¡La victoria es para Kagiso!”
Los dos combatientes se inclinaron de nuevo ante el alto palco donde estaban el Soberano y las Guadañas, velados bajo espesas sombras, luego abandonaron el campo de combate, Kagiso se alejó con confianza, Aadaan escabulléndose detrás de él, con los ojos hacia abajo.
“Ssanyu the Stone Eater y Bivrae de los Dead Three, regresen al campo y prepárense.”
Ssanyu entró primero en la arena. Era alto con músculos abultados. Llevaba una placa en el pecho que dejaba expuestos sus abdominales y la cadena de su columna rúnica, junto con placas de acero que cubrían la mayor parte de la parte inferior de su cuerpo. Una especie de corona de hierro rodeaba su cabeza rapada.
Después de que Ssanyu llegó al centro, una niebla verde comenzó a brotar del suelo, formando a una mujer con extremidades delgadas y afiladas y una postura grotesca y retorcida, como si sus huesos estuvieran juntos de forma incorrecta. Como para acentuar la aspereza de su figura, la túnica negra que vestía era transparente y cortada en algunos lugares para revelar sus costillas y su columna vertebral, que sobresalían de la piel gris y enfermiza.
Ella le gruñó a Ssanyu, revelando los dientes limados hasta las puntas.
Ambos combatientes se inclinaron ante el alto palco y luego se enfrentaron. Una niebla verde del color de un vómito flotaba alrededor del cuerpo inhumano de Bivrae.
El sonido de los gongs anunciaba el comienzo de la pelea.
“Espera, ¿Qué está haciendo?” Mayla preguntó, poniéndose de pie y protegiéndose los ojos del sol con una mano.
“Él… se está rindiendo…” murmuré, desconcertado.
Ssanyu se había arrodillado, con la cabeza inclinada para mirar el suelo bajo las garras de Bivrae. Sus labios se estiraron como los de un animal, mostrando sus afilados dientes. Las nieblas revolotearon de una manera agitada antes de volver a su cuerpo.
Ella se volteó hacia el alto palco y se enderezó lo mejor que le permitió su cuerpo retorcido.
“Ssanyu the Stone Eater se rinde,” dijo la voz, su tono era perfectamente monótono. Si el locutor se sorprendió, lo disimularon bastante bien. “¡La victoria es para Bivrae!”
Hubo algunas quejas de la audiencia, y no vitorearon a Bivrae como lo habían hecho con Kagiso, pero los adultos que nos rodeaban mantuvieron sus quejas y conversaciones en silencio, y yo sabía por qué. Abajo, Bivrae lanzó una mirada desafiante a la audiencia, casi como si estuviera desafiando a cualquiera a expresar su disgusto por el resultado lo suficientemente alto como para que ella lo escuchara.
Después de unos segundos, salió de la arena con un puñado de aplausos poco entusiastas.
“Increíble, jodidamente creíble,” dijo Yanick de mal humor. “Y estaba tan emocionado de ver pelear a Ssanyu. Eso fue estúpido. ¿Kagiso también va a darse la vuelta y mostrarle a Bivrae la barriga?”
Deacon resopló. “Tendremos que esperar un poco para averiguarlo. Él tendrá un descanso para descansar y recuperarse, así que veremos las batallas para reemplazar al retenedor de Dragoth a continuación.”
Brion palmeó a Yanick en la espalda. “Todos saben que la Guadaña Dragoth Vritra es la Guadaña más popular. Estoy seguro de que habrá un … ¡ uf !” Brion agarró su estómago cuando Yanick le dio un codazo y todos los demás se rieron.
Pero antes de que se pudiera decir algo más, el locutor comenzó a hablar de nuevo. “Doce campeones más de Alacrya han retado por el puesto del retenedor de Vechor bajo la Guadaña Dragoth Vritra. El Soberano Kiros Vritra les da la bienvenida e invita al campo…”
El locutor comenzó a enumerar a los retadores, todos poderosos ascendentes o héroes de guerra. A medida que se pronunciaba cada nombre, el prospecto salía al campo de combate y se unía a la creciente fila frente al alto palco. Cuando el último de los retadores se detuvo, la línea se inclinó al unísono.
“Retadores Echeron y Lancel, por favor permanezcan en…”
La voz se detuvo. Miré a Linden, luego a Mayla. Ella parecía tan confundida como yo me sentía. Algo andaba mal.
“Oi, ¿Qué es eso?” preguntó Pascal, señalando al aire. “¿Lo sientes?”
Una mancha negra en el cielo estaba creciendo rápidamente en tamaño. Los otros miembros de la audiencia comenzaban a notarlo ahora, y miles de voces hicieron eco a la pregunta de Pascal. Algunos incluso conjuraron escudos, otros gritaron, abandonaron sus asientos o canalizaron magia en runas en preparación para enfrentar lo que obviamente pensaron que era una amenaza.
Por enésima vez desde que comenzó el Victoriad, mi respiración fue aplastada por la presencia repentina de un aura poderosa.
Los prospectos en el campo se dispersaron, activando sus poderes y preparándose para defenderse. Un cometa negra azabache aterrizó en el centro de la arena un instante después con una explosión de energía oscura y luego los envió a todos volando como insectos. Decenas de miles de personas gritaron, pero nadie corría ahora. Toda la audiencia parecía congelada, incapaz de hacer nada más que mirar.
La arena de abajo estaba completamente oscurecida por una nube de polvo una vez más. En el alto palco, las cuatro Guadañas avanzaron hacia el balco. Aunque no hicieron ningún movimiento para lanzar magia defensiva, verlos — todos juntos a la vez — hizo que mi cabeza diera vueltas, y por un segundo me preocupé de desmayarme.
La mano de Mayla en mi brazo me devolvió en sí. Puse mi propia mano sobre la de ella y apreté.
Una ráfaga de llamas negras disipó el polvo, revelando a un hombre esbelto — un niño, en realidad, no mucho mayor que la mayoría de nosotros — con cabello corto y negro y rasgos afilados, casi sin pretensiones excepto por la ira indómita y llena de odio en sus ojos. …
Salió del cráter que había hecho en el suelo de la arena, sus ojos oscuros recorrieron el coliseo a su alrededor. Puntas de hierro negro surgían del suelo con cada paso, y llamas oscuras envolvían su cuerpo. La vista de esa magia negra Decay — mucho más fuerte que la de Kagiso, me llenó de pavor.
La Guadaña Viessa Vritra habló primero, su voz sonó sin esfuerzo a través de las gradas en silencio absoluto. “Nico. ¡Explícate! En nombre del Alto Soberano, ¿Qué crees…?”
“¡Grey!” el recién llegado — la Guadaña Nico Vritra del Dominio Central, me di cuenta con un temblor, gritó, con la voz quebrada. “¡Se que estás aquí! ¡Acepto tu desafío, mal**dito bastardo! ¡Así que sal y enfréntame!”
Los ojos de Mayla se abrieron como platos, sus labios temblaban. “¿Di…di…di…”
“¿Grey?” Linden se atragantó. “Como el… ¿Profesor Grey?”
Mi mente se aceleró mientras cada teoría descabellada sobre el extraño encuentro del profesor con la Guadaña Seris Vritra rodaba por ello, esparcida como hojas en el viento. Había pensado que mis compañeros de clase estaban completamente locos, por la forma en que se les ocurrían explicaciones cada vez más improbables de lo que habíamos visto. Pero esto…
¿Quién era realmente el Profesor Grey?
La Guadaña Dragoth Vritra sonrió hacia la otra Guadaña. “Estás fuera de lugar, pequeño Nico. Así no es como nosotros…” Su cabeza de repente se giró hacia una de las muchas entradas al campo de combate, su sonrisa se convirtió en un ceño fruncido enojado.
Alguien caminaba hacia la Guadaña Nico. Un hombre con una capa blanca forrada de piel y uniforme de la Academia Central. Cabello rubio trigo despeinado por el aura furiosa de la Guadaña, ojos dorados brillando detrás de su máscara. Caminaba con tal confianza y propósito, su mera presencia era un escudo contra el aura de odio que irradiaba como una enfermedad de la Guadaña Nico.
Lo conocía, pero algo en mi cerebro no aceptaba del todo que esta podría ser la misma persona que yo conocía, a quien conocí en la biblioteca antes de que comenzara la temporada, que había pasado gran parte de su tiempo convirtiendo a un delgado y débil, niño enfermizo en un luchador medio decente, a pesar de mirarme como si quisiera retorcerme el cuello…
Porque, ¿Cómo podría mi gruñón, misterioso y emocionalmente distante profesor de Tácticas de Mejora Cuerpo a Cuerpo ser la misma persona que ahora se acerca a la Guadaña Nico en el campo de batalla como si no estuviera caminando hacia la muerte misma? No podía entenderlo.
Pero este era él.
Incluso las otras Guadañas no intervinieron más cuando el Profesor Grey y la Guadaña Nico se pararon casi cara a cara.
“Nico,” dijo el Profesor Grey con una sonrisa que no llegaba a sus ojos. “Te ves muy mal, viejo amigo.”
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