Punto de Vista de Arthur.
La hoja (de una espada) etérica en mi mano — no más grande que una simple daga y con los bordes nublosos, se estrelló contra una criatura alada hecha de piedra antes de romperse parcialmente, aun incapaz de resistir el impacto.
Mi mano se envolvió alrededor de la garganta de la criatura. Parecía un murciélago con la cara aplastada petrificada y una boca enorme. Sus anchas mandíbulas se abrieron enloquecido a solo unos centímetros de mi cara mientras sus garras dentadas se clavaban en mis brazos en un esfuerzo desesperado por acercarse a mi rostro.
Sosteniendo la gárgola hacia atrás con una mano, conjuré la hoja de nuevo en mi otra mano y la hundí en la cabeza de la bestia, que se partió con un resonante crack.
La hoja se rompió y se desvaneció, dejándome con los brazos vacíos para defenderme mientras dos gárgolas más caían en picada hacia mí.
Dos rayos de fuego oscuro golpearon a las gárgolas que descendían y las bestias que se precipitaban explotaron. Sus escombros cayeron al suelo como granizo y lanzaron pequeñas salpicaduras donde aterrizaron en el arroyo que dividía la zona.
Miré hacia atrás para ver a Caera extendiendo su brazo, revelando el brazalete plateado que había tomado de la sala de tesoro de los Spear Beaks. Parecía delgado contra su muñeca, apenas más que un brazalete decorativo cubierto de intrincados grabados.
Dos estrechos fragmentos de plata giraban a la defensiva a su alrededor, brillando con una luz oscura. En el siguiente aliento, comenzaron a atenuarse mientras flotaban de regreso al brazalete y se volvían a conectar, encajando en el patrón de los grabados.
Regis trotó hacia nosotros, escupiendo un trozo de piedra de su boca.
Detrás de él, la zona se extendía a lo lejos, cubierta con los restos de nuestro paso.
Estábamos en un cañón con escarpados acantilados rocosos a ambos lados. Ellos se he regían tan alto que solo se podía ver una franja de cielo por encima de nosotros, como un reflejo de la corriente fina y clara que corría a lo largo del suelo del cañón. Rocas sueltas y escombros, los restos de las criaturas de las gárgolas, cubrían el suelo del cañón.
“Que sacudón,” dijo Regis, inexpresivo.
“Lo admito, no estuvo mal una vez que las cosas se pusieron en marcha,” respondió Caera, manteniendo cuidadosamente una cara seria excepto por el más leve temblor de sus labios. “De hecho, eso fue bastante … increíble.”
“Creo que la diversión, como la belleza, está en el ojo de la roca …” respondió Regis, con la voz temblorosa mientras trataba desesperadamente de no reír.
Me puse en frente al portal de salida con un profundo suspiro. “Estoy tan contento de haberlos traído a los dos.”
Caera se acercó a mí. “Oh, no seas tan inexpresivo, Grey.”
“Sí, princesa. No deberías tomarnos por granito.” Regis se quebró, ladrando de risa.
Ignorando a mis compañeros, me concentré en el portal, mi mente trabajando en una pregunta que había estado llevando conmigo desde que adquirí el Compass.
Tenía que ser algo más que un generador de portales que nos llevara dentro y fuera de las Relictombs a voluntad. Mi mente seguía volviendo al djinn. Por difícil que fuera de creer, ellos habían diseñado y construido este lugar. Debieron haber tenido una forma de viajar a través de esto, y ya sabía que el Compass podía interactuar con un portal Relictombs.
Una imagen se destelló en mi mente, el falso recuerdo implantado por Sylvia con su último mensaje para mí. La claridad del recuerdo se había desvanecido con el tiempo, pero sabía que era una de las zonas que conducían a la siguiente ruina del djinn.
Hasta ahora, había tropezado a ciegas a través de las Relictombs, sabiendo que este lugar me estaba guiando hacia mis objetivos… o eso parecía, al menos. Pero confiar ciegamente en las maquinaciones de una raza de portadores del éter muertos hace bastante tiempo no satisfacía mis necesidades. No si alguna vez iba a dominar el Destino (Fate).
Sentándome, me concentré en el desvanecido recuerdo que Sylvia me había dejado mientras activaba la reliquia de la media esfera. Vibraba con éter cuando la luz gris y brumosa envolvía el portal, reemplazando el brillo resbaladizo que colgaba como una cortina dentro del marco de piedra tallada con una vista clara de mi habitación en la Academia Central.
“Mal**dita sea,” maldije, cortando el flujo de éter en la reliquia, haciendo que el portal volviera a su apariencia original.
“¿Pasta proteínicas para tus pensamientos?”
Miré hacia arriba para ver a Caera sosteniendo raciones llenas de nutrientes dentro de un empaque de tubo aislado.
“Solo estoy pensando en cómo usar correctamente el Compass,” respondí, alejándome del fuerte olor que eso emitía. “¿Cómo puedes comer esas cosas? Huele horrible.”
Ella se encogió de hombros antes de exprimir el contenido del tubo en su boca. “A diferencia de ti, en realidad tengo que comer para sobrevivir. Este material es fácil de transportar a granel para ascensos largos.”
“Supongo que me alegro de no tener que comer,” dije, arrugando la nariz.
Caera agitó el tubo alrededor, avivando el olor de carne de jalea en mi cara. Me encogí y le di un manotazo a su mano, mis nudillos resonaron contra el brazalete plateado alrededor de su muñeca. “¿Cómo se siente tu nuevo artefacto?” Pregunté, ansioso por evitar que me torturara más.
“Ridículamente frustrante,” hizo un puchero Caera. “Es como si me hubiera crecido una nueva extremidad que tengo que aprender a usar desde cero.”
“Eh, él hace eso todo el tiempo,” dijo Regis, encogiéndose de hombros lupino.
Skydark: Jajajja se mamut …inserten meme..XD
Puse mi mano alrededor del hocico de Regis antes de responder. “Parecía que lo dominaste por lo que vi allí.”
Una leve sonrisa tiró de la esquina de los labios de Caera antes de desaparecer con la misma rapidez. Levantó su brazalete plateado mientras se volteaba hacia el portal. “¿Crees que el Compass funciona como mi artefacto?”
“¿Qué quieres decir?” Pregunté mientras soltaba a Regis.
“Cuando canalicé maná por primera vez en el artefacto, en realidad pensé que era solo un item defensivo debido a la forma en que los fragmentos apenas se movían alrededor del brazalete. Me tomó días de experimentación constante darme cuenta de que los fragmentos podían controlarse de forma independiente,” explicó, trazando las ranuras grabadas en el brazalete de plata. “¿Qué pasa si la función de retorno del Compass es la que es por defecto y para que puedas hacer más, eso necesita más orientación?”
La expresión de Caera se suavizó. “Parece poco probable que los magos antiguos permitieran a su gente atravesar estas zonas sin rumbo fijo. De lo contrario, ¿Qué les habría impedido quedar atrapados, vagando al azar hacia la muerte?”
Vi como inconscientemente ella jugueteaba con el brazalete plateado alrededor de su muñeca. Su mirada estaba vacía, enfocada en un recuerdo lejano. Ella no estaba pensando en el djinn, ni en mí, ni siquiera en ella misma. Porque esto no se trataba de ella.
“Tienes miedo de la posibilidad de que las Relictombs hayan enviado a tu hermano a algún lugar del que no podría escapar,” dije en voz baja, ganando una mirada de sorpresa de la noble Alacryana de cabello azul.
“¿Leer mentes es otro de tus poderes sobrenaturales?” preguntó ella con horror. “Por favor, dime que no has estado ocultando el hecho de que puedes—”
Dejé que una pequeña sonrisa se deslizara por mi rostro. “Soy bueno leyendo a la gente, pero no es magia.”
“Sí,” Ella confirmó con un suspiro de alivio. “Me he estado preguntando por un tiempo … era esa zona en la que encontraste su daga y su capa en algún lugar…”
“¿Algún lugar donde solo yo pueda escapar?”
Ella asintió vacilante. “¿Como la habitación de los espejos o las montañas heladas? Incluso el puente de rostros no habría sido posible sin tu …”
“Lo hemos estado llamando a eso God Step,” completé.
“Sin tu habilidad ‘God Step’.” Ella me dio una mirada evaluativa. “Regis lo nombro así, ¿no es así?”
Dejé escapar una carcajada que resonó en las paredes del cañón. “¿Cómo lo supiste?”
Ella sonrió con ironía. “Algo me dice que no serías tan… grandioso al nombrar tus habilidades.”
“Uno, ese es un gran nombre,” respondió Regis a la defensiva después de sacar su bozal de mi agarre. ‘Y dos, solías usar un hechizo llamado ‘Cero absoluto’, así que …’
“No,” dije en respuesta a su pregunta original. “La zona donde encontré la daga de tu hermano no era como esas. Ese lugar era lo suficientemente mortal como para cobrar la vida de muchos ascenders antes de que yo lo encontrara, pero eso no requirió el uso de éter para escapar.”
“Eso es algo al menos. Me alegro de que haya tenido la oportunidad de pelear, incluso si él no logró salir.” Caera forzó una sonrisa antes de darse la vuelta y alejarse.
Regis permaneció a mi lado mientras volvía a concentrarme en la reliquia de la media esfera en mi mano. Como había dicho Caera, tal vez el Compass necesitaba más orientación. Cerrando los ojos, visualicé la zona que había dejado el mayor impacto en mí, la que podía recordar con la mayor claridad.
“Eso realmente está cambiando,” dijo Regis con incredulidad antes de soltar un gemido. “Porque tenías que elegir ese.”
Abrí un ojo para ver el piso de mármol liso, el techo alto abovedado y las puertas cubiertas de runas que tapaban ambos extremos … junto con las estatuas armadas que se alineaban a ambos lados del pasillo.
“En realidad funcionó,” resoplé, sintiendo el drenaje de mi núcleo mientras el Compass continuaba extrayendo éter de mí para mantener abierto el nuevo destino.
Desactivando la reliquia, comencé a recordar los detalles de nuestro destino en mi cabeza. Una vez que la imagen estuvo clara en mi mente, le di unas palmaditas en el costado a Regis. “Trae a Caera. Nos vamos.”
Para cuando el portal se estabilizó a la siguiente zona a la que nos dirigiríamos, Caera había llegado con Regis, con los ojos muy abiertos y asombrada.
“No puedo creer que lo hayas descubierto tan rápido,” Ella murmuró.
“Tu consejo me ayudó,” le dije, extendiendo una mano mientras Regis desaparecía dentro de mí. “Vamos.”
Con una respiración profunda, los dos entramos, inmediatamente recibidos por una ráfaga de viento húmedo. A nuestro alrededor había árboles densos que crecían tanto en el suelo como en el techo, salpicados con los colores ocasionales de los frutos de éter, mientras que redes de raíces enmarañadas se extendían interminablemente bajo nuestros pies.
“Bueno, esto definitivamente no es tu habitación,” observó Caera. “¿Entonces esta es una de las zonas que debes visitar en esta misteriosa búsqueda tuya?”
“No,” dije en voz baja, volteándome hacia ella. “Es donde murió tu hermano.”
La cabeza de la noble Alacryana giró hacia mí, sus inteligentes ojos rojos muy abiertos y temblorosos antes de darse la vuelta, dejando que su cabello cayera para proteger su rostro. “Gracias, Grey.”
Ignorando la sensación punzante de la sonrisa burlona de Regis, guardé el Compass en mi runa antes de dar un paso adelante. “No me des las gracias todavía.”
La última vez que estuvimos aquí, Regis y yo habíamos matado al milpiés gigante y todos sus huevos menos uno para no destruir el delicado ecosistema contenido dentro de la zona. Pero el tiempo funcionaba de forma extraña en las Relictombs, así que no sabíamos qué encontraríamos aquí.
Explorando los árboles cercanos, encontré uno con ramas fuertes y comencé a lanzar arriba, evitando la fruta que colgaba y las criaturas invisibles que los usaban como cebo. Una vez que estuve a veinte metros en el aire, exploré nuestro entorno en busca de la guarida del milpiés.
Aunque el agujero excavado en bruto que se abría en la guarida del milpiés era indescriptible, el brillo etérico que emanaba de el no lo era, y eso no tardó mucho en encontrarlo. Estaba a menos de una milla de distancia. Sin embargo, antes de que pudiera dejarme caer junto a los demás, un movimiento me llamó la atención en la copa distante. Las copas de los árboles crujieron cuando algo se movió debajo de ellos.
Los monos de dos colas no eran lo suficientemente grandes como para hacer temblar los árboles …
Al caer de rama en rama, llegue al suelo en segundos. Me llevé un dedo a los labios antes de hablar con Caera en un susurro. “La criatura está fuera de su guarida. Está a un par de millas de distancia, pero tenemos que movernos en silencio.”
Asintiendo con la cabeza en la dirección en la que teníamos que ir, comencé a liderar el camino, dando cada paso con cuidado para evitar hacer ruidos innecesarios.
‘¿Por qué estás tan tenso? Somos mucho más fuertes de lo que éramos cuando llegamos aquí,’ señaló Regis con una burla.
Lo sé, pero es difícil dejar de lado el tipo de miedo que crece en ti cuando eras débil. Eso crece junto a ti.
La jungla estaba en silencio. Incluso las fuertes pisadas del milpiés estaban demasiado lejos para oírlas. La falta de pájaros cantando o insectos zumbando se sentía antinatural. Pero, aparte del voraz milpiés, la zona era el hogar solo de los monos de dos colas, y se habían adaptado para estar completamente en silencio. Incluso mientras los escuchaba, no pude escuchar ni uno solo.
Hice una pausa, escudriñando los densos árboles. La fruta rica en éter colgaba como peras gordas a nuestro alrededor, pero no había ni un solo mono de dos colas a la vista. Imbuyéndome éter en los ojos, me concentré en la copa, donde los árboles crecían como enredaderas colgantes. Aunque escudriñé las sombras distantes durante un minuto o más, no vi ningún movimiento.
“¿Qué ocurre?” Caera susurró, su cabeza girando de un lado a otro. “¿Que ves?”
“Nada,” admití. “Nada en absoluto.”
No estaba seguro de por qué la ausencia de la mitad de la fauna local me ponía nervioso, pero lo hizo. Reforcé la capa de éter que cubría mi cuerpo y seguí adelante.
Llegamos a la entrada de la guarida sin ver ningún signo de vida. Caera se arrodilló y miró hacia el oscuro túnel. Olió y arrugó la nariz. “¿Qué es ese hedor nauseabundo?”
La imité y casi me atraganté con el olor a carne podrida. Sentí que Regis se estremecía por dentro. ‘Es bastante asqueroso con solo leer tus pensamientos. Esperaré a que ese olor se pierda.’
“Tal vez sea el cadáver del milpiés,” susurré, dando unos pasos vacilantes por el túnel que desciende abruptamente.
El túnel irradiaba una tenue luz púrpura, como antes, pero se sentía más grande que antes, y la tierra revuelta del piso tenía un tinte rojo debajo del brillo púrpura.
Avanzamos sigilosamente por el túnel hasta que se ensanchó y se abrió a nuestra izquierda. Los cristales de éter estaban esparcidos por el suelo del túnel, algunos aplastados hasta convertirse en grava y ya no brillaban. Esto finalmente se abrió a la enorme caverna donde habíamos luchado contra el primer milpiés.
Caera se tapó la boca y la nariz con la mano. Habíamos encontrado la fuente del olor y no era el milpiés que habíamos matado.
Cristales de éter alfombraron el suelo, ya no amontonados, sino esparcidos y aplastados. Estaban manchados de rojo por cadáveres de monos podridos y a medio comer mezclados entre ellos como paja grotesca. Fue como algo salido de una pesadilla.
“Grey …” Caera parecía estar enferma, pero no pensé que fuera solo por la vista que teníamos ante nosotros.
“Esto no era así antes,” dije suavemente. “Nada tan espantoso.”
Comencé a maniobrar a través de la caverna, tratando de evitar lo peor del lío. Cristales de éter agrietados y rotos crujieron bajo mis pies, haciendo un ruido incómodo. Estaba buscando el nido en forma de cuenco donde originalmente había encontrado los huevos de milpiés y los cristales que contenían armaduras y armas, todo lo que quedaba de los ascenders devorados por la bestia, pero ya no estaba.
Donde había estado el nido, el suelo fue excavado y pisoteado, el único lugar desprovisto de cristales y cadáveres. Mientras me acercaba al pozo estéril, mi pie golpeó algo debajo de los cristales y saqué el mango de una espada rota. Era el que había imbuido de éter y quebrado, antes de encontrar la daga y la capa de Sevren. Lo tiré de nuevo al desorden.
“Lo siento,” dije cuando Caera se acercó a mí. “Pensé que esto podría ser más … sentimental.”
La mano de Caera se posó momentáneamente en mi hombro. No dijo nada, pero no fue necesario que dijera.
Caminando con cautela hacia el centro del pozo estéril donde había estado el nido, se arrodilló. Sus dedos peinaron la tierra recién labrada. Me quedé callado, dejándola trabajar con cualquier pensamiento que tuviera. Imaginé que quería despedirse, algo que sus padres adoptivos nunca le habían dado la oportunidad de hacer.
Mi estado de ánimo se volvió melancólico al pensar en mi padre. Ojalá hubiera hecho más para recordarlo. Reynolds Leywin había sido un gran hombre — un héroe — y había merecido más que una muerte súbita luchando contra bestias sin sentido. Por otra parte, Caera probablemente sentía lo mismo por Sevren.
“¿Grey?” Miré hacia el interior del pozo hacia Caera. Ella frunció. “¿Escuchaste eso?”
Me dejé de distraer y no me di cuenta de inmediato del creciente ruido. Parecía que todo un ejército se acercaba, como mil soldados blindados corriendo por la jungla por encima.
“Mie**rda, está aquí,” le dije, dándole la mano para ayudarla a salir del pozo. “¡Regis!”
‘¿Tengo que hacerlo?’, Se quejó, pero el lobo apareció a mi lado de todos modos, sus llamas parpadearon con agitación.
Rápidamente nos preparamos para la batalla. Me paré cerca del centro de la caverna, preparado para llamar su atención. Regis se arrastró hacia la izquierda, permaneciendo cerca de la pared del fondo. Caera se quedó atrás, con la espada desenvainada y las dos púas plateadas orbitando a la defensiva.
El sonido de su duro exoesqueleto raspando las paredes del túnel hizo temblar toda la guarida y envió rastros de polvo que caían desde el techo. Disminuyó la velocidad a medida que se acercaba, de modo que pude escuchar el chasquido de las mandíbulas con un ritmo mesurado y constante. Clack clack clack. Una y otra vez. Luego eso siguió avanzando un poco más. Clack clack clack.
Luego su cabeza avanzó poco a poco hacia la caverna.
‘Oh. Mie**rda.’
Este milpiés era fácilmente la mitad de grande que el que habíamos matado. Su cuerpo se había vuelto de un color rojo oxidado, ahora solo ligeramente translúcido. Cada mandíbula era tan larga y ancha como un hombre y dentada como una sierra para huesos.
Ese se congeló. Tenía la cabeza baja a unos metros. Sus mandíbulas crujieron.
Luego estalló hacia adelante a una velocidad que debería haber sido imposible para algo de su tamaño. Me lancé hacia atrás cuando las mandíbulas se cerraron de golpe justo delante de mí, luego rodé hacia adelante y agarré la pata delantera. Con un giro brusco, la pierna se soltó del cuerpo, pero el milpiés gigante se movía de nuevo, cada pierna apuñalaba hacia abajo, el cuerpo se retorcía y enrollaba, cada centímetro en movimiento.
Solo podía ver a Regis dando vueltas por la parte trasera, mordiendo y rasgando todo lo que podía. Desde la otra dirección, el fuego negro golpeaba el duro caparazón como rayos de ballesta, pero las llamas solo dejaban oscuras marcas de quemaduras. Todo el exoesqueleto estaba cubierto por una gruesa capa de éter, que se encogía incluso contra el fuego del alma.
Imbuyendo la pierna cortada con éter, traté de empujarla hacia arriba en el vientre del milpiés, pero otra pierna se estrelló contra mi hombro y el golpe elimino la quitina cubierta de éter.
Skydark: Quitina : el mismo glúcido que da dureza a los exoesqueletos de los insectos.
Lanzando la extremidad cortada, conjuré una hoja de éter en su lugar y corté la pierna más cercana. Mi hoja apenas lo astilló y luego se rompió. Maldiciendo, le di más poder a la daga etérica, concentrándome en su forma, forzándola a expandirse y crecer más. La daga se hinchó hasta adquirir el tamaño y la forma de una pala y luego estalló en pedazos.
Caera se preparó cuando el milpiés centró su atención en ella. Dejó escapar un chillido silbante y se lanzó hacia ella.
Reuniendo tanto éter en mis manos como rápidamente pude, golpeé hacia arriba. El vientre quitinoso se agrietó y el cuerpo del milpiés se sacudió, las piernas arañaron la tierra cubierta de cristales. Golpeé una y otra vez, creando una serie de cráteres rotos a lo largo de la parte inferior de su cuerpo, pero no fue suficiente para frenarlo o reclamar su atención.
Los fragmentos de plata del artefacto de Caera giraban rápidamente frente a ella, ya no disparaban proyectiles. En cambio, un rayo constante de fuego de alma los conectó, formando una delgada barrera frente a ella. Mientras me preparaba para agarrar las patas del milpiés en un último esfuerzo por contenerlo, una tercera antena se soltó del brazalete, luego un cuarto y se unieron a los demás.
La delgada barrera floreció en una pared de fuego negro un instante antes de que el milpiés la golpeara. Los ojos de Caera se agudizaron mientras se inclinaba hacia adelante, concentrándose en mantener la barrera defensiva en su lugar. El impacto sacudió la guarida y el cuerpo del milpiés se arrugó como un tren descarrilado cuando la parte delantera se detuvo repentinamente, pero la parte trasera siguió avanzando.
Las mandíbulas se abrieron de par en par, tratando de cerrarse alrededor de los bordes del escudo del fuego del alma. Chispas negras-púrpura volaban dondequiera que el milpiés cubierto de éter tocaba las llamas oscuras, quemando todo lo que aterrizaba. La luz oscura se reflejaba en el sudor que se adhería al rostro de Caera, resaltando sus rasgos. Sus dientes estaban al descubierto en una mueca de concentración, sus ojos escarlatas ardían como si ellos también se hubieran encendido en llamas.
Ella lo estaba reteniendo, pero yo sabía que no podría retenerlo por mucho tiempo.
Una presión repentina e hinchada desde el otro extremo de la cueva me hizo girar, cauto de alguna nueva amenaza. En cambio, vi a Regis levantándose de una pila de cristales de éter. Sus llamas se volvieron irregulares, su forma menos obviamente parecida a la de un lobo mientras sus rasgos se fundían en sombras mientras se transformaba. Podía ver los bordes de los picos duros que estaban creciendo por todo su cuerpo y los cuernos sobresaliendo de su cabeza, pero podía decir que iba a tomar tiempo antes de que pudiera volver a unirse a la pelea.
No hubo tiempo para adivinar su uso de Destruction. Un relámpago etérico brilló a mi alrededor cuando yo con God Step me puse encima de la cabeza retorcida del milpiés. Infundiendo éter en mis puños, golpeé contra el exoesqueleto revestido de éter una y otra vez, creando una telaraña de grietas en la espesa quitina.
El milpiés retrocedió ante los golpes, su cabeza salió de debajo de mí tan rápido que giré en el aire antes de aterrizar sobre mis pies. La cabeza se movía de un lado a otro y las mandíbulas chocaban amenazadoramente. Por un solo aliento, las cosas en la caverna estaban casi quietas.
Caera respiraba con dificultad detrás de su escudo, pero cuando la miré a los ojos, inclinó la cabeza solo una pulgada, asegurándome que estaba bien.
Toda nuestra atención — incluso la del milpiés gigante — se centró en Regis. Las sombras se derritieron lejos de él, revelando toda la extensión de su forma de Destruction. Al igual que cuando peleamos contra las llamadas ‘Cosas Salvajes’, él era enorme. Su pecho y sus patas delanteras se llenaron de músculos tensos, su espalda se inclinó ligeramente hacia abajo y ardía con llamas púrpuras irregulares y antinaturales. Cuernos como carneros afilados se curvaban hacia adelante como los de un toro, mientras sus fauces gruñían llenas de dagas dentadas.
Cuando habló, su voz profunda resonó en la guarida, un gruñido más primario que un discurso. “¡Intenta ca-gar esto, per-ra!”
Regis saltó la mitad de la longitud de la guarida para estrellarse contra el milpiés enroscado, sus mandíbulas infundidas por la Destruction rasgaron y desgarraron. Él arrancó las piernas y abrió enormes cortes en el caparazón, a través de los cuales se derramó un lodo espeso y rojizo. Pero el milpiés estaba contraatacando. A pesar del tamaño de Regis, la bestia gigante todavía era mucho más grande y se enroscaba a su alrededor como una pitón, usando su masa para aplastarlo. Las piernas lo apuñalaron como dagas por todo el cuerpo, desviando el pelaje endurecido.
Los rayos negros ardientes de fuego del alma arrojaron a la criatura, disparando incluso más rápido que antes. La gruesa barrera de éter se estaba desvaneciendo, y por cada diez rayos que se disipaban contra ella, uno lograba atravesarlo, lo que hacía que la quitina explotara y siseara mientras el fuego del alma la quemaba.
De repente, el milpiés entró en un movimiento mortal, estrellándose como un loco a través de la caverna con Regis inmovilizado contra su cuerpo. El artefacto de Caera volvió a ponerse en modo defensivo cuando parte del cuerpo del milpiés la aplastó contra la pared.
Tomando una respiración profunda y firme, conjuré una hoja de éter en mi puño. Guie la formación, manteniendo una imagen clara en mi mente: una hoja larga y delgada, de color púrpura translúcida en lugar de azul. Tenía el éter requerido — sabía que lo tenía — era sólo la comprensión que me faltaba. Alguna idea clave de cómo el éter podría formar una forma sólida — un arma —continúo escampándose de mí.
Aun así, lo intenté. La daga se alargó, pero el filo se volvió borroso. La forma vaciló, enroscándose como el enorme cuerpo de un milpiés, que se retorcía y chocaba a mi alrededor. Endurecí mi voluntad y la hoja se enderezó. Los bordes se estremecieron y bailaron, más como fuego de forja que como acero templado, pero la forma se mantuvo.
Seguí la trayectoria del armazón en espiral del milpiés. Fue caótico, sin sentido… pero había un patrón en todo ese caos. Sosteniendo la hoja con ambas manos, dividí mi mente. Con una parte, sostuve la forma de la espada. Con el otro, concentré el éter en cada músculo, articulación y tendón. Me dolía la cabeza por el esfuerzo, mi cuerpo gritaba mientras luchaba por mantenerse unido contra la tensión.
Burst Step arrastró el mundo bajo mis pies, y luego me quedé al otro lado de la guarida, no quedaba nada en mis manos excepto una tenue brizna de éter. Detrás de mí, hubo un ruido constante y continuo cuando el cuerpo del milpiés cayó al suelo. Un diluvio de lodo rojo brotó de una herida que recorría la mitad de la longitud de su cuerpo, convirtiendo el suelo en una sopa sangrienta de cristales, restos a medio comer y la sustancia viscosa sanguinolenta.
¿Estás bien? Pensé en Regis, a quien no veía entre los pliegues del cadáver del milpiés. La presión ejercida por su forma de Destruction había disminuido.
‘No pienses en mí. Me quedaré aquí en esta apestosa sopa de muerte por un minuto,’ pensó con cansancio.
Con una risa cansada, volví mi atención a Caera, que estaba apoyada contra la pared del fondo. Le había prometido llevarla en estos ascensos a cambio de su ayuda para robar el Compass. Sin embargo, al ver a la noble Alacryana mantenerse firme en estas últimas zonas, tenerla como compañera de equipo se sintió menos comprometida y más como una asociación genuina.
“Caera,” grité cuando la vi ponerse de pie. “Bonito a—”
Algo en su expresión me impidió acercarme a mi compañera de cabello azul mientras ella cojeaba hacia el centro de la guarida.
Regis apareció alrededor de un montículo del milpiés, sacudiéndose la suciedad que se le pegaba al pelaje. Vino a pararse a mi lado y observamos en silencio mientras Caera encontraba un espacio relativamente despejado cerca del centro de la guarida. El Fuego del Alma repentinamente salió de ella, formando una esfera de llamas negras que se desvaneció tan rápido como había aparecido.
Ahora de pie en el centro de un anillo al descubierto de tierra, sacó algo que brillaba plateado en la tenue luz, luego lo hundió en el suelo. La daga de su hermano.
Cayendo de rodillas, se inclinó hacia adelante y apoyó la frente contra el pomo. Sus hombros comenzaron a temblar mientras las lágrimas recorrían su mejilla antes de caer al suelo.
“Vamos,” susurré antes de darme la vuelta. Regis me siguió, dándole un momento de privacidad para llorar. El sonido medio ahogado de sollozos rotos resonó en el silencio.
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