Visité el Palacio Imperial con Epherene. El aire flotaba pesado y oscuro sobre los pasillos.
Stomp — Stomp —
Mientras caminaba por los pasillos, ciertas miradas me llamaron la atención. Esos eran los ojos de las personas que escucharon la noticia.
“… Por favor, espera aquí un momento.”
Ahan nos condujo a la sala de recepción con dos sillas.
“Volveré pronto.”
Ahan se fue. Epherene se sentó y movió los dedos con expresión ansiosa. Me senté tranquilamente a su lado.
“…”
“…”
Esperamos en silencio. Epherene tosió. Luego, se escuchó el sonido de un reloj sonando antes de que la puerta se abriera nuevamente.
“…Profesor Deculein. Discípulo Epherene.”
La expresión de Ahan era pálida como un cadáver.
“Sí, ¿Sí?”
Epherene respondió con sorpresa, y observé a Ahan en silencio.
“De ahora en adelante, les pido que no filtren nada de lo que diga. Esta también fue la orden de Su Majestad.”
“Bien.”
“Sí.”
Su tez era ominosa, pero no estaba demasiado preocupado.
“Profesor, y Epherene. Su Majestad acaba de…”
La muerte de Sophien era la destrucción del mundo actual. Si ella se fuera, todo el continente estaría coloreado con una variable de muerte. No había ninguna variable de muerte aquí ahora.
“Ella ha fallecido.”
…Así que eso dificultó aceptar las palabras de Ahan. Era una teoría imposible, una completa tontería.
“Su Majestad dijo que solo ustedes dos deberían saberlo.”
Ahan ahora estaba conteniendo las lágrimas. Me apoyé en el respaldo de la silla y escuché la respiración temblorosa de Epherene.
“Así que…”
Ahan se tragó sus palabras. Continué en su lugar.
“Guarden silencio. Hasta que atrapen a los culpables y el Imperio esté estable.”
“…Sí. Si alguien de fuera pregunta, bastará con decir que se encuentra estable. Así que, por favor, pasen un tiempo aquí. Si ustedes se van demasiado pronto, pensarán que es extraño.”
La tez de Ahan volvió a cambiar cuando salió de la habitación secreta. Por otro lado, reflexioné por un momento.
“…”
La muerte de Sophien. Realmente nunca lo he imaginado. Al menos, nunca pensé en vivir después de que ella muriera. Incluso ahora, no podía decir si era mentira de Ahan o la actuación de Sophien. Tal vez yo estaba en estado de shock.
Por supuesto, Sophien podría morir más de una vez en la quest principal. Sin embargo, cada vez que el jugador terminaba un juego, comenzaba de nuevo desde el punto de guardado y, por supuesto, Sophien estaría viva. Por lo tanto, un mundo sin Sophien sería imposible.
“…Profesor.”
Posteriormente Epherene me llamó. La miré, quien había estado actuando extraña desde ayer. Su rostro estaba oscuro, y sus dedos moviéndose como patas de pulpo me molestaron.
“Um… de hecho, yo vine de dos meses en el futuro.”
*****
Epherene le contó todo a Deculein. Ella dijo que regresó al presente el 9 de abril y que Murkan llamó a esto la declaración de guerra del Altar.
“… Una declaración de guerra.”
“¡Sí!”
Al principio tartamudeó porque no estaba segura, pero levantó la voz cuando Deculein comenzó a escuchar con seriedad. Exprimió las palabras sílaba por sílaba.
“¡Y dijo que el Altar había tomado prestado el poder de los demonios para asesinar a Su Majestad el Emperador!”
Deculein asintió. Epherene preguntó rápidamente.
“¿Me cree?”
Deculein respondió con indiferencia.
“Te creo.”
“…¿Enserio?”
“Entonces, ¿Era eso una mentira?”
“¡No! No es una mentira.”
“Entonces te creo.”
“…Oh.”
Epherene se rascó la mejilla porque lo que Deculein dijo a continuación la avergonzó aún más.
“Siempre confiaré en ti.”
“…”
No tuvo que ir tan lejos. Epherene frunció los labios y murmuró.
“Vamos.”
Deculein miró su reloj de pulsera y se levantó. Epherene, que lo miró inexpresivamente por un momento, también se levantó con retraso.
“¡Sí!”
“Solo quédate conmigo y sígueme. En este momento hay demasiados forasteros en el Palacio Imperial.”
Deculein tomó la delantera, Epherene lo siguió vigorosamente por detrás. Cintura erguida, piernas avanzando a zancadas, labios apretados en una línea. De todos modos, Epherene hablaba en serio, pero cuando los sirvientes y caballeros se alinearon en los pasillos del Palacio Imperial se abalanzaron sobre ellos, ella se retiró.
“¡Profesor! Su Majestad, ¿Cómo está Su Majestad?”
“Su Majestad está descansando. No habrá comentarios oficiales hasta que se identifique al culpable, por lo que sería mejor no preguntarme.”
“Su Majestad está bien, ¿verdad?”
Deculein avanzó, rompiendo atravez de todos. Sin embargo, Epherene quedó atrapada entre la multitud. Un caballero alto y los sirvientes la empujaron con los hombros.
“¡Oh! Me golpearon en la barbilla, ¿ouch…?”
Entonces, algo la agarró de la muñeca y una mano enguantada la arrastró. Epherene, tambaleándose hacia adelante, miró al dueño del largo brazo: Deculein.
“…Uh.”
“No te dejes empujar. Podrías ser golpeada con una espada.”
“¿Una espada?”
“El asesino puede estar todavía aquí. O bien no huyo, o no pudo.”
Hablando con dureza, la agarró de la muñeca y la acompañó para no perderse. Si un sirviente o un caballero corría hacia ellos, los empujaba o los amenazaba con la mirada.
“…”
Epherene se miró la muñeca. Su gran mano cubrió completamente su delgada muñeca. Alzando los ojos un poco más, vio su amplia espalda. En este momento, por alguna razón, el tiempo parecía haberse ralentizado.
“Vámonos.”
“¿Eh?”
Cuando volvió en sí, ella estaba en el coche.
“Sí.”
Ren se sentó en el asiento del conductor, pisó el acelerador. El coche se deslizó con un arranque.
“…Uf.”
Epherene se calmó un poco luego, y se palmo sus dos mejillas extrañamente calientes.
“Sí. Entonces. ¿Qué deberíamos hacer ahora?”
Ella preguntó con urgencia. Deculein respondió mientras ponía silencio sobre el auto.
“Debes conocer las condiciones de tu regresión.”
“¿Condiciones para la regresión?”
“La regresión no es tu fuerte. El poder de otra persona solo se te inculca temporalmente debido a sus acciones. Por lo tanto, la operación está incompleta.”
Ese poder debe ser de Sophien. Sin embargo, por alguna razón, su regresión fue transferida temporalmente a Epherene, y el Altar aprovechó esa apertura para matar a Sophien.
“… Si tú seguramente retrocederás el 9 de abril.”
Sophien no era una persona tranquila. Más bien, ella era el factor clave a tener en cuenta, ya sea el jugador o el Altar. Probablemente por eso el Altar no se había metido con Sophien todavía. Si la mataban prematuramente y retrocedía, le darían pistas sobre ellos gratis.
“O si hay otras condiciones específicas.”
“…Sí.”
“Con eso, puedes devolverle la vida a Su Majestad.”
Epherene asintió con decisión.
“Pero el Altar es lo suficientemente peligroso y fuerte como para dañar a Su Majestad, así que necesitarás que otra persona te ayude.”
Deculein pensó por un momento. Luego, el coche traqueteó. Epherene se estremeció y miró hacia el asiento del conductor, parpadeando. Era un temblor que nunca solía ocurrir en el auto de Ren.
“…Julie.”
Él dijo el nombre. Los ojos de Epherene se agrandaron.
“¿Julie, la caballero?”
“Julie es la persona más sincera del continente. Solo tienes que confiar en Julie, pero si ella no quiere creerte, hay una pulsera/brazalete en el cajón de mi oficina. Llévalo contigo.”
“Pulsera… ¿Qué pulsera?”
“Es un regalo que Julie recibió de su padre.”
“Aha…”
Epherene, quien lo escuchaba en silencio, se dio cuenta de repente de que la conversación se había vuelto un poco extraña. Deculein supuso que ella, es decir, Epherene, lo haría. Epherene debería pedirle ayuda a Julie, y Epherene debería salvar a Su Majestad.
‘¿Por qué solo yo? ¿No puede ir conmigo?’
“No te preocupes.”
‘¿Leyó mis pensamientos?’
“No te echaré todo encima.”
Deculein le dedicó una suave sonrisa.
“Aun eres joven para soportar esto sola.”
Luego le puso la mano en la nuca. Epherene se sobresaltó por la repentina acción. Todo su cuerpo se puso rígido.
“…Será solo un momento, Epherene.”
Como una escena de algún melodrama, su voz impregnó el auto en un susurro.
“Puede que te sientas sola por un tiempo.”
El coche traqueteó mucho. Deculein sujetó a Epherene con fuerza para que no la sacudiera la conducción temeraria.
“Pero te prometo.”
Epherene aun no sabía de lo que estaba hablando. Incluso el significado más básico de las palabras resultó difícil de entender cuando su cara estaba tan cerca. Ni siquiera podía oírlo.
Gulp—
“Aunque sea tarde.”
Deculain estiró el otro brazo. Una de sus manos aún descansaba en la nuca de ella, y la otra pasó sobre su pecho y agarró el pomo de la puerta del coche.
“Yo seguiré tu tiempo.”
Click—
La puerta del coche se abrió, dejando entrar el viento. Por fin, Epherene se dio cuenta de su intención.
“Yo superaré esta regresión.”
Lo que Deculein colocó mientras le acariciaba la nuca fue su acero de madera.
“Así que… hasta entonces.”
Lo que quería hacer…
“Sigue esperando.”
El acero de madera atrapado en el cuello de Epherene fue activado por Psicoquinesis.
“¡E-espera, aaaahhh-!”
Epherene salió disparada del coche.
“Aaaahh—”
El acero de madera, que había agarrado completamente su túnica, se deslizó tan abruptamente que no pudo resistirse, y el camino del auto se desvió hacia el lado opuesto.
Whoosh…
Volando por el cielo a una velocidad increíble, Epherene observó cómo el auto se alejaba. Detrás del auto, ella percibió la energía del asesino que perseguía a Deculein. La silueta de alguien estaba impresa en sus ojos.
“…Un caballero.”
Ella no sabía su nombre. Ella no sabía quién era. Sin embargo, estaba segura de que era un caballero. La armadura brillaba sobre el pecho del hombre cubierto por túnicas.
“Caballero…”
Epherene se desmayó.
…Cuando despertó, estaba en la habitación secreta del Palacio Imperial. Cuando recuperó la conciencia, el caballero Delric y Ahan fueron los primeros en acercarse y contarle la noticia.
El Profesor Deculein estaba muerto.
*****
La lluvia oscura goteaba por la ventana y se extendía como una telaraña. Estaba lloviendo. Pero, ¿Por qué esta lluvia era tan sucia? Después de mirar fijamente por un tiempo, Epherene fue a sentarse de nuevo en el sofá.
“…”
Tic— Tac—
Ella estaba en la habitación secreta del Palacio Imperial. Con el consejo de Ahan, Epherene estaba esperando que llegara el 9 de abril.
Por favor, tan como sea posible.
“… Ella lloró como una bestia.”
Entonces, Delric rompió el silencio. Él fue al funeral de Deculein hoy. Epherene preguntó con cautela.
“¿Te refieres a la señorita… Yeriel?”
“Sí.”
Epherene ni siquiera pudo asistir al funeral. Dejar el palacio era demasiado peligroso, pero Yeriel. Ella no creía que alguna vez fuera capaz de ver su rostro.
“Pensé que tenían una mala relación.”
Delric suspiró y tomó su rostro entre sus manos. En sus ojos, la imagen de Yeriel permaneció vívida. Su mirada desesperada cuando agarró el ataúd de Deculein, raspó las uñas contra la madera hasta que se rompieron y aulló hasta que se desmayó. Esa escena, que no podría haber imaginado con la habitual Yeriel, todavía estaba en el corazón de Delric.
“…”
Epherene observó a Delric.
Swoosh…
Fuera de la ventana, la lluvia torrencial seguía cayendo con fuerza para romper el cristal.
“…Uf.”
Epherene, escuchando en silencio, apretó los dientes. Luego, respiró hondo mientras tomaba su decisión.
“Um, caballero.”
“…¿Mmm?”
Delric se volteó hacia ella.
“Por favor, ayúdame.”
“…”
Delric frunció el ceño, haciendo una mueca como si preguntara: ‘¿Qué clase de mie**rda es esa?’
“Tengo un lugar al que ir.”
“¿Un lugar al que ir? No, no debes irte. Tú y el profesor son los únicos que han visto el estado crítico de Su Majestad. Está claro que también te están apuntando a ti.”
“Tengo a personas que ver.”
“Personas, que ver? ¡Huh! ¡Con más razón, entonces! ¡¿Cómo puedes confiar en ellos?!”
Delric levantó la voz.
“¡No puedes! Si quieres ir, tendrás que derribarme primero y marcharte.”
“…Pffft.”
Al principio, Epherene sospechó de este Delric. Sin embargo, cuando pasó una semana con él en el Palacio Imperial, se dio cuenta de forma natural de que él era una persona seria, al menos en lo que respecta a Deculein.
“Lo sé. Lo sé, pero…”
La persona en la que Deculein dijo que podía confiar era Julie. Y, la persona que sabía la pista que necesitaba debía ser Julie. Epherene ya lo sabía, justo antes del asesinato de Su Majestad, treinta caballeros visitaron el Palacio Imperial. Además, el que mató a Deculein también era un caballero.
Julie era uno de los treinta, y conocería a los otros veintinueve caballeros, así que tenía que verla sin importar qué.
“Es la petición de mi maestro.”
“…”
Entonces, la complexión de Delric cambió. preguntó seriamente.
“…¿Es eso cierto?”
“Sí. Es por eso que tengo que visitar la casa del Profesor.”
“…”
Delric se mordió el labio inferior y reflexionó, pero fue solo por un momento. Puso su mano en el medallón sobre su pecho, agarró la espada alrededor de su cintura y asintió con confianza.
“Está bien. Si esta es la petición del profesor.”
“Sí. Gracias. Entonces, mmm. ¿Cómo debo ir?”
Epherene, pensando en un plan, miró por la ventana. Y…
“¡Ugh—!”
Estaba tan sorprendida de que le saliera saliva.
— ….
Fuera de la ventana del Palacio Imperial, Sylvia, con el cuerpo empapado por la lluvia, se paró como un fantasma.
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NT: LA MONEDA ES DOLARES AMERICANO [EEUU]… «más conocidos como gringos».