La noticia enviada por Black Raven pronto llegó a los oídos de varias naciones. No era posible que algo así quedara oculto por demasiado tiempo. A pesar de que se mencionó el Vaticano oscuro, nadie tuvo la fuerza de voluntad de imaginar que el Vaticano oscuro hubiera lanzado un ataque así con algo tan oscuro como la resurrección de muertos.
También en el castillo del Imperio santo pudieron extraer las memorias de la visión de Eliott mediante un complejo mecanismo de magia y tecnología moderna leyendo las interconexiones que las neuronas realizaban hacia el lóbulo frontal. Si preguntabas por este fenómeno se podría decir que era algo exclusivo del Imperio santo que había perfeccionado durante milenios.
El rey del Imperio santo, Víctor Bründel II poseía una de las magias más poderosas del impero que consistía en la habilidad [Sumisión del rey] categorizada como una habilidad de peligrosidad clase A.
Si la fuerza de voluntad era inferior a la de Víctor, él podría dominar los sentimientos de sus enemigos implantando falsos sentimientos como miedo, odio, terror entre muchas otras opciones más.
Su esposa murió varios años atrás, así que como solo habían tenido una hija ella sería quien heredaría el trono. Aunque su aspecto físico parecía el de una doncella pura y amable que jamás haría daño a nadie, en su interior se escondía un odio tan oscuro como la misma noche.
Aunque Víctor creía que su hija era lo más puro del reino, sus miradas desafiantes a los que no cumplían sus órdenes hacían que más de un escalofrío recorriera su columna.
Sonya heredaría el Imperio santo y tenía que estar preparada para gestionar todo el reino en el momento en el que fuera necesario. Así que su primer objetivo era llevarse bien con los trece héroes.
Aunque para Sonya los héroes eran un grupo de idiotas que intentaban vivir del pasado, a ella Eliott le parecía un juguete que podría usar algún día. Su apariencia lo hacía perfecto para humillarle y sentir placer por ello.
— ¿Padre, qué sucede?
En el trono, una gran fuente circular rodeada de magos estaban realizando los últimos preparativos para poder revelar la visión de Eliott que había sido dormido gracias a los médicos de palacio. Su mente estaba tan caótica que cuando todos le preguntaron él solo gritó con todas sus fuerzas.
Gritó tanto que se dañó las cuerdas vocales, algo que horrorizó a todos los presentes en aquél momento.
— Sonya. No deberías estar aquí.
El trono de colores rojos y dorados resplandecía por la cantidad de gemas incrustadas en los laterales del espaldar. Las ornamentaciones de las piernas estaban en armonía con las columnas de piedra bañada en oro que hacían un pasillo recto desde la entrada hasta el trono.
Sonya miró con curiosidad la escena. ¿Por qué había un héroe santo junto a varios magos en aquella fuente de piedra redonda? Ella no había visto una profecía así que le resultó extraño.
— Padre, yo como futura reina debería ver esto. ¿No sería una desgracia para la familia Bründel si yo, Sonya Bründel no fuera capaz de determinar estas situaciones?
La lógica aplastante de Sonya hizo que Víctor le diera la razón.
— Parece que Eliott de los trece héroes ha tenido una visión. No ha dicho nada, nos lo trajo Julius con un daño mental muy alto. Después de gritar hasta desgarrar sus cuerdas vocales se desmayó.
Sonya puso un gesto extraño. ¿Qué podía ser tan horroroso como para hacer que uno de los trece héroes tuviera una reacción tan desesperada?
Pronto sus respuestas se mostraron.
La visión de Eliott empezó a coger forma y la escena se reveló ante ellos. Desde la invocación, la muerte de He Yin, los eventos de Vengeance y la aparición del esqueleto. También pudieron ver la visión futura donde habían eventos que ni Eliott podía recordar, como que por fin, la figura oscura que comandaba al Rey demonio era exactamente la figura de He Yin.
Su cara de antes y después eran tan diferentes que podían ser otra persona. Su cabello se había vuelto aún más blanco y se había alargado. En su mano llevaba un tipo de espada corta que brillaba con colores carmesí absorbiendo toda la sangre que caía en el terreno de juego.
Un gran ejército desconocido estaba detrás de él. Aunque no podían identificar a ninguno de esos seres, todos daban escalofríos. Desde Valquirias de venganza, Doppelgänger, Liches, Ghouls y un sinfín de criaturas de la oscuridad que parecían servir como los guardianes de ese hombre.
Cuando la escena del rayo rojizo que impactó sobre la capital y arrasó varios kilómetros de la ciudad creando una auténtica matanza de sangre todos miraron pálidos aquello.
Por fin entendían porqué Eliott había quedado traumatizado.
Aquello era la descripción exacta de un dios de la muerte. Un hombre que había traído al Rey demonio a la vida y había creado un ejército de muertos. Los poderes de la oscuridad habían elegido a un nuevo usuario y él les había ganado la guerra.
Solo una parte que Eliott no llegó a ver hizo que todos pusieran su alerta máxima.
He Yin sonrió viciosamente y miró al cielo, justo a la posición donde la visión estaba grabando la situación.
— Este es un presente de mi reino. Los que sean sabios se unirán a mí. Tomen las decisiones de forma coherente, yo el Rey de los muertos no dudaré en destruir todo lo que esté ante mí.
Con un chasquido de dedos, la visión finalizó.
El silencio gobernó durante unos largos minutos en la sala del trono sin creer qué habían visto. Cuando querían decir algo, una enorme explosión se escuchó a lo lejos junto a un haz de luz tan brillante que por unos segundos parecía que el sol estuviera cayendo.
La explosión parecía estar muy lejos y parecía estar en los dominios donde Black Raven tenía uno de sus núcleos de invocación.
Todos empezaron a mirarse con pánico. El rey Víctor hizo llamar a los trece héroes y también empezó una caza de talentos para un ejército santo.
Solo una persona miraba con una sonrisa extraña en su rostro la situación.
Sonya miraba los ojos de He Yin detenido en la visión por el final de ésta mientras veía ante ella la posibilidad del control absoluto.
La fuerza máxima. El único Rey de reyes, el señor de la muerte que flotaba ligeramente mientras sus manos llenas de misericordia repartían dolor a su alrededor. Sus ojos brillaban dejando un aura en cada pestañeo que se juntaba con el aura carmesí de su alrededor.
Una cicatriz adornaba su ojo derecho que quedaba extrañamente bien con su vestimenta. Una armadura descubierta que dejaba todo su pecho sin cubrir, un colgante de formas afiladas de oro brillaba sin control mientras que sus hombreras con varios colmillos oscuros sobresaliendo demostraban su potencia.
El cinturón que llevaba parecía creado con varios esqueletos de criaturas. Aunque no podía predecir de qué criaturas, ahí habían definitivamente calaveras humanas.
Aunque solo era una visión, ella misma podía ver el increíble aura asesina que llevaba encima como si la tuviera de abrigo.
Horas después recibieron una noticia sobre que la base de Black Raven donde había iniciado todo esto había sido destruida aunque no se sabían los motivos.
…
…
Varios kilómetros lejos de la base de Black Raven, dentro del frondoso bosque que cubría una parte importante de la topografía del continente se encontraba el cuerpo de He Yin tirado cerca de lo que parecía una cueva abandonada por animales salvajes.
Su ropa estaba llena de polvo y había sido rasgada por varios puntos. También tenía varias heridas que no parecían cicatrizar debido al gasto excesivo de mana que Asa había hecho de él.
Cuando Asa liberó su control automático de He Yin, él perdió de nuevo todas las habilidades ganadas temporalmente.
Una criatura parecida a un oso de tamaño mediano se acercaba a He Yin poco a poco. Si bien era una criatura agresiva, sus garras de tamaño colosal podrían destrozar a cualquier enemigo que tratara de hacerle una emboscada.
Esto era debido a que el oso podía oler un increíble hedor a sangre que se concentraba cerca del cuerpo.
Cuando el oso salvaje se acercó a He Yin para contemplar si estaba o no muerto, una daga afiladísima cayó sobre su cráneo con tanta fuerza como para destrozarle el cerebro en segundos.
Bones cayó encima de él como si fuera un señor de las sombras defendiendo a su maestro. El oso lanzó un grito corto antes de caer entre chorros de sangre al suelo. Parecía que mientras He Yin no despertara, él defendería su cuerpo.
Bones absorbió el alma del oso antes de arrastrar con dificultad su cuerpo entre un montón de árboles cercanos junto a otras decenas de cuerpos y trató de quitar la sangre poniendo más hojas en el terreno.
Entonces subió rápidamente al árbol y esperó por si siguiente víctima.
Dentro de He Yin, una pesadilla tenía lugar.
Él podía ver cómo sus padres le señalaban y se reían de él llamándole desperdicio humano y bastardo. Cuando He Yin intentaba acercarse a su familia, desaparecía y aparecía Xie Jian señalándole desde el otro lado de la habitación completamente negra.
— Prometiste que me defenderías…
— Yo quería hacerlo.
— Ahora ya no es necesario. Tú has conseguido que yo muera.
— …No es así.
— Tú has conseguido que yo muera…
— …¿Xie Jian?
Cuando He Yin intentaba acercarse, ella desaparecía y en su lugar apareció una figura femenina de aspecto colosal mirando a He Yin. Su figura parecía gentil pero su mirada era agresiva. Sus cuernos adornando la cabeza daban a entender que no era humana.
— ¿Son los humanos tan débiles?
— …¿Quién eres?
— Yo son Asa. He guiado a master durante todo este proceso. He visto en master un potencial que jamás había visto y quiero ser su fuerza en este viaje. Lamentablemente, master tiene una gran debilidad.
— ¿Una gran debilidad…?
He Yin se sentó en seiza mientras miraba a la figura colosal que poco a poco se adaptaba a una figura humana del mismo tamaño que He Yin. Sus ojos se salieron de sus cuencas al ver la belleza de Asa.
Una figura pálida y blanca como la nieve, los cuernos de un color caoba claro hacían que su pelo que salía de tres direcciones y se unían en una gran trenza que se conectaba con una horquilla en forma de flor la hacían ver mágica.
Su figura no solo era delgada y ligera, sino que además sus voluptuosas montañas hacían que pareciera imposible para ella el moverse correctamente. Sus largas piernas solo hacían evidente que aquella mujer podría ser una diosa entre los mortales.
Su vestido era una pieza negra oscura de tirantes que se unía desde los hombros hasta un poco más abajo de las rodillas. Aunque He Yin perdió el aliento durante unos segundos, pronto volvió a la realidad.
— Su debilidad es la amabilidad. Master aún se ve a sí mismo como un humano y tiene miedo de hacer cosas que cambien su humanidad.
— …
— Master ya no pertenece al reino de los vivos. Master y yo somos figuras que han transcendido esos planos físicos. Somos los únicos que podemos pasar de la vida a la muerte y al revés cuando lo necesitemos.
— ¿Figuras…?
— Los vivos, como los seres humanos solo buscarán destrucción. ¿Master no ha olvidado que esos salvajes mataron a alguien importante?
— Xie Jian…
— ¿Cree que le dieron alguna oportunidad a master para defenderse? No, ellos solo lanzaron una trampa porque temían de su poder.
— ¿Trampa…?
— Así es, ¿cómo explica master que no limitaran a la bestia en las pruebas? Ellos sabían de su poder y querían exterminarlo. Así es como juegan los humanos sus cartas, lanzarán veneno a los perros si con ello se salvan de su mordisco.
He Yin poco a poco empezó a pensar en todo esto. Su clase de Nigromante anulaba todos los sentimientos que no fueran la ira así que, mientras sus sentimientos eran absorbidos, Asa trabajaba en él la lógica de su nuevo ser.
Un nigromante con sentimientos positivos solo acabaría muriendo por su propia clase. Ella debía impedir que He Yin desarrollara sentimientos humanos para salvarle de ese destino.
— ¿Master apreciaba a su compañera de batalla?
He Yin lanzó por primera vez una medio sonrisa.
— Ella me cuidó por ser débil. Y cuando yo descubrí mi fuerza, no pude defenderla.
— Master podría devolver su vida si consigue el poder suficiente.
He Yin miró sorprendido a Asa. Un nigromante podía traer un alma concreta de entre los muertos pero requería una gran cantidad de poder además de una gran cantidad de almas.
— …
— Hasta el grupo que su compañera lideraba la traicionó. Así son los humanos.
Una sensación desagradable subía por su estómago cuando lo pensaba. Su propio grupo acabó traicionándola. Él no tuvo la posibilidad de darle las gracias y en su lugar recibió un castigo que no merecía.
— Lo haré.
— ¿Qué hará master?
He Yin se levantó decidido.
— Traeré a Xie Jian a la vida aunque para ello necesite mil años más. Asa, suplico que me prestes tu fuerza para este viaje.
Asa sonrió de una forma muy dulce y abrazó a He Yin.
— Yo jamás traicionaré a master. Si master desea algo, yo seré capaz de obtenerlo. A cambio necesitaría que master me liberara en un cuerpo físico.
— ¿Puedo hacer eso…?
— Sí, necesitaremos algunas cosas. ¿Qué tal si de momento creamos una pequeña base de investigación? Debemos investigar más este mundo.